La pandemia del covid-19 no fue la primera disrupción de la cadena de suministro, y la reciente crisis entre Rusia y Ucrania deja claro que tampoco será la última.
Todos los acontecimientos del mundo, incluso los más banales, como el encallamiento del buque Ever Given en el Canal de Suez, pueden tener consecuencias para la cadena de suministro y todo el comercio internacional.
En el artículo de hoy, le contamos cómo los últimos conflictos están interfiriendo en el suministro de mercancías y le damos algunos antídotos para intentar sortear los tiempos de crisis.
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Amenaza para las cadenas de suministro y las economías mundiales
La invasión rusa de Ucrania —el mayor ataque a un Estado europeo desde la Segunda Guerra Mundial— y los bloqueos contra el virus covid-19 en China son las amenazas actuales para las cadenas de suministro y las economías mundiales.
Rusia y Ucrania son grandes exportadores de cereales como el maíz, la cebada y el trigo. También son importantes proveedores de fertilizantes y de materias primas como el aluminio, el acero y el platino.
De acuerdo con Forbes, sólo en Estados Unidos y Europa hay unos 300.000 proveedores rusos y ucranianos, y las repercusiones de la guerra se dejarán sentir también en los países que tienen negocios interconectados.
Las tensiones entre Rusia y Ucrania, el conflicto comercial entre China y Estados Unidos y la continua presión sobre las cadenas de suministro provocarán un desequilibrio entre la oferta y la demanda, el aumento de la inflación y el estancamiento de la economía.
En todo el mundo la tendencia es un fuerte aumento de los precios de los alimentos y de la energía. El petróleo, que ya ha subido unos 20% desde el inicio de la guerra, está afectando a los precios más que a la oferta de productos.
El mundo BANI requiere una mentalidad anti-frágil
Los escenarios inciertos son cada vez más frecuentes en la cadena de suministro, lo que obliga a las empresas a supervisar continuamente sus cadenas de suministro en tiempo real.
Es el momento de poner a prueba las enseñanzas del autor libanés-estadounidense Nassim Taleb y ser anti-frágil. Es decir, tratar de encontrar formas de beneficiarse del caos, de fortalecerse a través de la volatilidad y la incertidumbre.
En un artículo aquí, en el blog, ya hemos explicado la diferencia entre ser resiliente y ser anti-frágil, y cómo esta actitud tiene todo que ver con el mundo BANI que vivimos actualmente: frágil (Brittle), ansiosa (Anxious), no lineal (Nonlinear) e incomprensible (Incomprehensible).
Es hora de replantear las estrategias
Un artículo del The Wall Street Journal destaca que las catástrofes naturales y la capacidad de producción y transporte, que se han visto muy afectadas por la invasión rusa en Ucrania, agravarán aún más los problemas de las cadenas de suministro globalizadas.
Estos factores están transformando el funcionamiento de la cadena de suministro en su conjunto. Ahora, para continuar con sus operaciones, las empresas se están replanteando sus estrategias de compra.
Entre ellas se encuentran el just in case, que contempla trabajar con stocks intermedios y de seguridad para evitar colapsos, el uso de tecnologías 4.0 (como Big Data, Analytics e Inteligencia Artificial), la diversificación de la base de proveedores y el reshoring (retomada industrial nacional), que consiste en llevar las operaciones del negocio a la empresa.
La empresa adopta nuevos modelos de suministro: de lo global a lo local
Además de los ejemplos ya citados, también hay un amplio esfuerzo por averiguar cómo hacer más robustas las cadenas de suministro. Las empresas están añadiendo más fábricas, proveedores y fuentes de material.
Michelin anunció recientemente que podría cerrar algunas fábricas en Europa debido a los problemas logísticos creados por la guerra ruso-ucraniana.
Volkswagen y BMW están cerrando líneas de montaje en Alemania debido a la escasez de fabricación en Ucrania.
No cabe duda de que, a partir de estos últimos acontecimientos, los riesgos asociados a los proveedores internacionales se considerarán mucho más relevantes que antes.
En otras palabras, las empresas preferirán pagar más por las compras locales antes que correr el riesgo de escasez.
Si quieren sobrevivir y prosperar, los gobiernos tendrán que involucrarse cada vez más. Estados Unidos, por ejemplo, está invirtiendo en puertos, aeropuertos y otras infraestructuras locales.
Pero hasta que se produzcan las inversiones en infraestructuras en las regiones, las empresas deben buscar estrategias para ser más resistentes al riesgo.
En la cadena de suministro, la única certeza es que los retos para las cadenas de suministro globales seguirán aumentando en el futuro. Esa es la lección que se ha aprendido en los últimos años.
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